Tregua con Rusia: ¿Un paso hacia la paz o una trampa estratégica?

Oleksandr Slyvchuk
Coordinador del Programa de Cooperación para España y Latinoamérica
La oportunidad y el dilema del alto el fuego
El alto el fuego entre Ucrania y Rusia es un tema de negociaciones diplomáticas complejas, que genera interpretaciones ambiguas tanto en Kyiv como en el Kremlin. Los acontecimientos recientes han demostrado que un cese temporal de hostilidades conlleva tanto beneficios como riesgos significativos. Tras las negociaciones en Yeda, Arabia Saudí, la parte ucraniana aceptó una tregua de 30 días, lo que facilitó la reanudación de la ayuda militar por parte de Estados Unidos y el fortalecimiento del intercambio de inteligencia. Esta situación permitió a Kyiv argumentar que la falta de avances hacia una paz duradera es atribuible a la postura de Moscú, contrarrestando así la narrativa oficial rusa.
Sin embargo, desde la perspectiva ucraniana, la suspensión de las hostilidades plantea múltiples desafíos. Uno de los principales problemas es la modificación de la postura de Kyiv, que desde el inicio de la invasión a gran escala ha sostenido que no deben hacerse concesiones a Rusia hasta que sus tropas abandonen los territorios ocupados. Un cambio en este principio podría generar un precedente que, en el futuro, sea utilizado como herramienta de presión política sobre Ucrania. Además, existe la posibilidad de que Moscú aproveche la tregua para fortalecer sus capacidades militares, mejorar sus líneas logísticas y llevar a cabo una nueva movilización de tropas, lo que incrementaría la amenaza de futuras ofensivas.
Ucrania ha reiterado en diversas ocasiones que un alto el fuego sin garantías de seguridad claras podría facilitar una nueva agresión rusa. Como alternativa, Kyiv propuso una tregua parcial limitada al espacio aéreo y marítimo, con el objetivo de restringir la capacidad de Moscú para reorganizar sus fuerzas terrestres. No obstante, esta propuesta no obtuvo respaldo suficiente. En contraste, los socios occidentales han manifestado su preferencia por un cese generalizado de las hostilidades, argumentando que esto podría allanar el camino para futuras negociaciones de paz, aunque también reconocen los riesgos inherentes a esta medida.
Por otro lado, las negociaciones en Yeda contribuyeron a mitigar ciertas tensiones en las relaciones entre Kyiv y Washington. En los últimos meses, la Casa Blanca ha manifestado preocupación por la prolongación del conflicto. Desde la perspectiva estadounidense, establecer una pausa temporal en las hostilidades podría generar condiciones más favorables para una eventual resolución política. Sin embargo, Kyiv no cuenta con garantías de que dicha tregua resulte en una paz sostenible, en lugar de ser utilizada como una oportunidad estratégica por parte de su adversario.
La postura de Rusia y las exigencias maximalistas
Mientras tanto, la postura de Rusia sobre el alto el fuego sigue siendo ambigua. Desde el Kremlin se insiste en que no deben extraerse conclusiones apresuradas y se mantiene una evaluación oficial de las condiciones discutidas en las negociaciones. No obstante, declaraciones previas de Vladímir Putin indican que un cese prolongado de las hostilidades sin condiciones favorables para Moscú no es una opción viable. En el pasado, el Kremlin ya había propuesto treguas temporales, como durante las festividades navideñas, pero Kyiv no tomaría estas iniciativas como sinceras. Además, Putin ha señalado explícitamente que un alto el fuego sin la consolidación de los territorios controlados por Rusia no se ajusta a sus objetivos estratégicos.
Asimismo, el presidente ruso ha sostenido en repetidas ocasiones que una interrupción de las operaciones militares permitiría a Ucrania fortalecer sus capacidades defensivas, recibir nuevo armamento y prepararse para futuras fases de la guerra. En este sentido, Rusia solo consideraría un alto el fuego si se garantiza la consolidación de los territorios ocupados. Como parte de sus exigencias, el Kremlin ha solicitado la retirada de las fuerzas ucranianas de las regiones de Donetsk, Lugansk, Jersón y Zaporiyia dentro de sus límites administrativos. Además, busca garantías de que Ucrania renunciará a su ingreso en la OTAN y el levantamiento de las sanciones internacionales impuestas contra Rusia.
Estas condiciones han sido rechazadas por Ucrania y sus socios occidentales. Kyiv ha reiterado que cualquier negociación de paz solo puede llevarse a cabo tras la restauración de la integridad territorial del país dentro de sus fronteras reconocidas internacionalmente. Al mismo tiempo, la reanudación de la asistencia militar por parte de Estados Unidos y otros aliados representa un obstáculo para Moscú, que considera este apoyo un factor determinante en la prolongación del conflicto.
Uno de los principales objetivos de Estados Unidos es persuadir a Moscú de aceptar las condiciones propuestas para la tregua. Sin embargo, hasta el momento, Rusia no ha mostrado disposición a hacer concesiones De acuerdo con fuentes cercanas al Kremlin, Moscú podría aceptar una suspensión temporal de las hostilidades únicamente si recibe garantías de que Ucrania no recibirá nuevos envíos de armamento. No obstante, Kyiv considera esta condición inaceptable, ya que limitaría significativamente sus capacidades defensivas. Además, el liderazgo ucraniano analiza el conflicto desde una perspectiva a largo plazo, en la que la defensa nacional no solo implica resistir los ataques, sino también la recuperación de los territorios ocupados, un objetivo que sería inviable si se restringe el acceso a nuevo armamento.
¿Es posible una paz realista?
Las negociaciones entre Estados Unidos y Rusia en Riad han demostrado que ninguna de las partes tiene actualmente un plan realista para la resolución pacífica del conflicto. A pesar de las discusiones sobre posibles garantías de seguridad para Ucrania y los esfuerzos de los aliados europeos, aún no existe una estrategia unificada que satisfaga a todas las partes involucradas. Líderes europeos, como Emmanuel Macron, han declarado la necesidad de desarrollar un plan de garantías para Ucrania, pero hasta el momento no se han alcanzado acuerdos concretos.
Los esfuerzos diplomáticos dirigidos a lograr una tregua se encuentran todavía en una fase preliminar. No obstante, no parecen existir perspectivas reales de una paz duradera en este momento, ya que Rusia no muestra voluntad de ceder, mientras que Ucrania sigue firme en sus legítimas demandas sobre su integridad territorial. En este contexto, la guerra continúa sin una solución política que logre conciliar los intereses de todas las partes.
Adicionalmente, existe el riesgo de que, en caso de lograrse una suspensión temporal de las hostilidades, Rusia aproveche este periodo para fortalecer sus capacidades militares. De hecho, Rusia sigue incrementando sus recursos militares, modernizando su armamento y expandiendo sus medidas de movilización. Por ello, cualquier posible alto el fuego debería ser cuidadosamente planificado, acompañado de garantías de seguridad claras para Ucrania y de un respaldo militar sostenido por parte de sus aliados con el fin de mitigar riesgos en el futuro.